Sal y frontera

Su propósito era llegar al mar y ahí bañar sus desgracias,
caminar sobre las aguas, conocer otro ecosistema,
poner a prueba su resistencia sin respiración.

Llegó corriendo y descalza.
Sentía la arena caliente tatuarle la planta de los pies
 y escurrirse entre sus pulgares.

Logró entrar, se zambulló, flotó,
hizo piruetas. Pasaron veinte minutos.
El agua le llegaba al cuello, lograba
ver el horizonte perderse con el azúl del océano.

Era hermoso, pero nada más.
Ya no había dónde ir y permanecer con vida.
¿Quedaría atrapada o se devolvería?


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