El universo no soportó tu partida, tu vacío provocó la pandemia. Ya me acostumbré a amarte en silencio, guardarlo en secreto, vocalizar tu nombre detrás de una mascarilla. Y pasan los días y tu recuerdo se vuelve humo, que me fumo junto al café en hora vespertina. Con los ojos llorozos y una sonrisa quebrada, admito que eres sinónimo de gratitud en mi vida.